Quizás a nivel empresarial, la necesidad de hacer copias de seguridad es muy importante, sin embargo, hay veces que no le damos tanta importancia cuando se trata de información personal.
Fotografías, vídeos y otros archivos de carácter personal estarían en riesgo de perderse ante un percance. Los discos duros no están libres de fallos, de hecho, tienen una vida útil que está sujeta al uso que hacemos de estos. Si todos nuestros archivos están únicamente en un repositorio, éste podría fallar y lo perderíamos todo.
Como mínimo, la información debe estar respaldada en un par de repositorios (el que usamos para trabajar y el que tenemos de respaldo) y, a ser posible, el respaldo debería estar alejado físicamente de la fuente principal (no tiene sentido almacenar la fuente y el respaldo en el mismo lugar).
Hay información que podemos recuperar de una manera más o menos sencilla; otra, sin embargo, es imposible de recuperar. De poco sirve hacer una copia de seguridad una vez y no volverla a hacer nunca más; si no somos constantes en esta tarea, podríamos encontrarnos en una situación nada deseable: no recuperar todo lo que hemos perdido.
Hacer copias de seguridad no es la única tarea a acometer, hay que comprobar que éstas funcionan y que, por tanto, la información se puede restaurar. No hay nada peor que perder información, recurrir al backup y que éste no funcione. Si no comprobamos que las copias se hacen correctamente, realmente, es como si no estuviésemos haciendo nada.
Nuestros dispositivos móviles atesoran ya mucha información (contactos, fotografías, mensajes…); toda esta información también debe respaldarse adecuadamente porque si nuestro smartphone sufre una avería (o lo extraviamos o sufrimos un robo) también nos veremos en la tesitura de haber perdido la información y tener que empezar desde cero.